ANALISIS PROYECTUAL I / II + INTRODUCCION A LA ARQUITECTURA. Taller: Arq. Ramiro García. FAPyD. UNR



"Laura and Brady in the Shadow of Our House". Abelardo Morell. 1994

Hay cierta sabiduría en el modo en que juegan los niños.

Son ajenos al preconcepto y al malentendido, y descreen tanto de la tautología como del barroco. Con pocos años de instrucción elemental -a veces por simple imitación, casi como indígenas - pueden construir las más maravillosas arquitecturas con prácticamente nada. Fieles a un funcionalismo sin mitologias, eficaces a la hora de distribuir y proporcionar, les bastan apenas una sombra, unos leves trazos, y ya han construido su refugio y se los ve felices.

Cualquier material parecería resultarles pertinente y saben manejarlos con utilitaria libertad. Son poeticamente pragmaticos y cuando aun no han sido seducidos por la tecnología, la adoptan con el mas absoluto desden; prefieren el mas casero ready made.
Por supuesto, les sobra tiempo y puede vérselos durante horas, empeñados sin sosiego en las mas arduas y desproporcionadas tareas que repiten incansablemente ante nuestras adultas urgencias. Nada les da más placer y se diría que casi naturalmente, eligen inventar antes que consumir.

Por alguna razón, luego todo se complica y ya adultos, tendemos a olvidar estas habilidades e instintos.
Muchos años después unos pocos, tenemos la posibilidad de enfrentarnos nuevamente con el oficio. Le llamamos arquitectura y suele demandar ingentes esfuerzos aun para lograr algo apenas mediocre. Así y todo, suelen contratarnos para materializar sus sueños o multiplicar capitales, aquellos ocupados en otros menesteres.

En ocasiones privilegiadas -cuando los astros se alinean o el ego duerme la siesta- proyectar consiste en recorrer un largo e incierto proceso de descarte y reescritura constantes, donde borrando inconsistencias logramos en un acto primordial, desprendernos momentáneamente de la carga que suponen los reglamentos, la experiencia acumulada o las imágenes de moda, para hacer aparecer sobre el papel, aquellas tenues pero imborrables líneas fundamentales. Comulgamos nuevamente así con la intuición, domesticando lo fantástico.

Quizás la buena arquitectura, además de las nomenclaturas al uso y las imprescindibles reglas del oficio implique sobre todo, la habilidad en despertar y convocar, propios y ajenos, saberes dormidos.

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